28 de junio de 2013

Loin.

«Ven»Y voy, sin pensármelo ni siquiera una vez.

Hacemos planes de ir a cualquier parte del mundo, y sin embargo terminamos decidiendo lo de ir a su cama. Es que no es si lo hace bien o mal, es cómo me besa. Todo se reduce a querer llorar en su pecho, con la tranquilidad de que vaya a saber calmarme.

Y si me dice que nos vamos lejos, dejo todo y nos vamos lejos.

Qué bonito es que me enseñe a querer de maneras diferentes a las que sabía. Pero aún así, se me hace un mundo. Lo de no tenerle aquí, digo. No poder abrazarle, no poder besarle... Lo que peor llevo es eso de no pasar los malos momentos entre sus ojos, imagino. Y digo imagino porque al fin y al cabo termino pensando que realmente me tiene agarrada y que no me suelta hasta que me tranquilice.

Porque incluso es hasta bonito abrirse teniendo miedo, teniendo la confianza de que no va a usarlo en mi contra. Me estoy estrellando contra muros los cuáles me está enseñando a saltar por encima. Es hasta bonito extrañarte si sé que nos veremos con mucha más fuerza que la del hecho de echarnos de menos.
Quiero que me abrace como si mañana se fuese a quedar sin fuerzas, o que me bese como si mañana le fuesen a cortar la lengua de tanto quererme.


Que me diga que los monstruos pueden ser bonitos, mirarnos y creérmelo.



Sloa.