12 de septiembre de 2011

Fila 15, butaca 8.


El ruido de aquel grillo que no cesa. La luz de las farolas a través de mi ventana. El cosquilleo en mi cuello por sus yemas, en mi corazón por su sonrisa. Las gotas de lluvia por su pelo, las noches de ilusión por sus comisuras. El tren del primer fin de semana de cada mes, a la hora de siempre. Las medias de rejilla y el pintalabios color rojo pasión. Aquel tango para principiantes que no llegamos a terminar. Esos sueños que no llegamos a cumplir. Las noches de inspiración con el cenicero a rebosar. Los hielos derretidos, el malestar en el ambiente. Su cinturón favorito atado al cabecero de mi cama. Sus sueños en medio de un estadio. Fila 15, butaca 8. Allí donde no llega la luz de los fluorescentes, donde las goteras son el único ritmo que acepta el silencio. Allí donde el reloj adquiere celos y hace pasar las horas más rápido de lo normal sin levantar sospechas. Allí, en sus jaulas con barrotes de libertad condicionada. Allí, en sus ojos.

Sloa.©

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