5 de febrero de 2012

Apagar en caso de nostalgia


Puedo notar el frío de la calle, las puertas de los coches abriéndose y cerrándose en un corto periodo de tiempo. Puedo escuchar el sonido de los neumáticos en contacto con la carretera y notar los faros alumbrando, haciéndole competencia a las farolas. Pero no, ya no se escucha nada excepto el golpear de mis dedos contra la pantalla. Silencio… sólo existe silencio. No puedo dejar de pensarlo. Aún tengo el sonido de sus tacones metido en la cabeza, al igual que su manera de sonreírle a mis malas de decir las cosas.
Recuerdo haberle dado más de uno y de dos disgustos, también haberme metido en mierdas y haber cambiado a peor. Yo, que mentí, me superé en todo lo malo, hice que se alejara y volví a querer cerca su calor. Yo, que pensé en psicólogos en más de una ocasión, pero por suerte todo lo que escribo me salvó de aquello. Yo, que he llegado a pensar en ti antes que en mi propio bienestar… Pero las cosas cambian. Déjame que aprenda a volar entre tus sábanas hasta que amanezca y el Sol nos avise que es hora de acostarnos. Vivir al revés que todo el mundo puede llegar a ser agotador si te lo tomas en serio. No te imaginas las noches que me he pasado en vela pensándote, sonriéndote y teniéndote en mi cabeza mientras tú dormías y soñabas con cualquier cosa que no tuviera que ver conmigo. Mírame, no soy lo que quiero ser y en el fondo me duele tener que admitirlo. Nadie es lo que parece, y tú sabes por experiencia que la fachada de una persona suele ser lo contrario a su interior.
Me gustaría que te pararas a leerme algún día y pudieras notar en cada frase que he cambiado, o que al menos lo estoy intentando. El sangrar en las canciones o el llorar en estos párrafos me compensa el haber gritado en silencio tantas madrugadas por ti. Sé que te da igual el dónde y el por qué, con tal de estar con la persona a la que quieres. Los lunes no eran tan malos porque matabas las malas formas de empezar la semana con el primer beso de la tarde. Y es que sé que en el fondo me echaste de menos, y yo echo de menos que me echaras de menos, pero era imposible alargarlo más. Lo nuestro fue un bucle sin fin. A pesar de eso y del daño, sigo sintiendo lástima porque acabara cada vez que veo las fotos en las que sonreíamos felicidad. Yo respiraba sobre tus labios, tú te limitabas a hacerme sentir de manera que me distrajera de todo mi alrededor. Al menos ahora sabemos por experiencia que nada dura para siempre, aunque te empeñes en lo contrario. Pero, ¿sabes la diferencia? Esto está escrito desde el corazón, apenas hay rastro de angustia. Es un progreso, lo sé.
Dale al interruptor. ¿Qué a cuál? Al que dice ‘’Apagar en caso de nostalgia’’.

Foto: Nacho Sizle.

Sloa.

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