18 de febrero de 2012

A patadas.


Saben a lo que me refiero cuando hablo de la rabia. La tengo incrustada en las pupilas, pueden notarla cuando les miro fijamente. El sonido es eterno, como el frío después de que se acabaran las sonrisas. Como los graves de un saxo justo antes de que salga el Sol, o como las huellas que dejó tras haber destrozado todo. Todo va mal, todo va mal si no lo escribo con intenciones de que mejore. Pero no, nada en este mundo mejora sin hacer nada porque mejore. Y así va el rollo, tú te caes y yo me caigo. Tú sonríes y yo sonrío. Tú te vas y yo sigo sonriendo porque no me queda otra. He aprendido que siempre hay que luchar por uno mismo, porque nadie va a luchar por lo tuyo, y mucho menos por tus problemas. Porque si de verdad tienes problemas no te dedicas a ir contándolos, porque no son cosas de las cuales estés orgulloso.
Y es que tú no ves el mundo girar, sabes que está girando. No ves como cambia, ves las consecuencias de sus cambios. Y respecto a otras cosas... todo es más difícil desde que te marchaste. Pero, ¿sabes? si se nos cae el cielo a los pies a patadas lo levantamos.

Sloa.

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