20 de marzo de 2012

Ojeras


Hace tiempo aprendí que quejarme de las ojeras no iba a hacer que desaparecieran. También aprendí que todo lo aparentemente grande tiene detrás un gran esfuerzo. Porque ni siquiera las torres más altas de Madrid se han construido solas. Yo sé que tú también tienes ojeras, y que le hacen sombra a tu mirada, a esa maldita mirada que sabe atraparme y no dejarme marchar en momentos decisivos.
A veces miro al pasado y me río por no poder cambiarlo. ¿Sabes? las llagas de los nudillos explicaban más cosas de las que creías. Sabías de sobra que el mundo no giraba en torno a ti, pero yo te hacía creer lo contrario para que fueras feliz mientras durase todo aquéllo. Creo que lo de chillar en silencio duele casi tanto como recordarte y saber que no te tengo cerca, a pesar de que me sonrías muy a menudo. Yo solía mirar el segundero rogándole que me prestara más tiempo para poder sentirte, pero me he dado cuenta de que el tiempo ni cura ni ayuda, sino que sólo agobia. Dame calor en tardes de manos congeladas y nariz roja. Dame confianza en noches tensas de ojos rojos.
Tanta montaña rusa me está mareando, pero yo sigo sin bajarme, porque sé que si lo hago voy a acabar arrepintiéndome.


Sloa.

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