7 de marzo de 2013

Antes de. Piensa en.

'Espadas como labios' tatuado en la sien, como si Aleixandre hubiera venido a visitarme, como si tus labios no se clavasen de por sí en mi pecho como para encima tenerlos en la cabeza metidos a todas horas.

Fumando, como Moddi. Rómpeme como a esas marionetas que se sitúan en los bosques de mi mente también.

A veces es mejor saltar a que te empujen.

Y apareciste con sonrisa arcaica como una koré. Y llamaste a mi puerta, sabiendo que todo lo que eras me lo debías a mí. Pero viniste a pedirme explicaciones de por qué te «mataba», como si te hubieras sentado a hablar con Augusto y te hubiera abierto los ojos.

Sigue siendo patético. Es como imaginarse que el propio Dios fuera a pedirle explicaciones a Nietzsche de por qué acaba con él.

[Todos sabemos que Dios se quedó con lágrimas en los ojos queriendo explicaciones].

Dime, ¿vas a aborrecerme como los Reyes al Greco? ¿O tan sólo vas a quererme por interés como el sobrino de Larra a su tío?

Tan sólo quiero pensar en el tiempo perdido, como Crain.  Pararme a pensar y a hacerme preguntas retóricas, como en el poema XXI.

Lo siento, Lorca, pero esto son Divorcios de sangre.

El caso es que el vacío me resulta más atractivo si no tengo a un puti malvado encima del hombro incitando a que me tire.

De verdad, no seas mi Montesco. Con que tú vivas feliz me basta.

Antes de. Piensa en.

«Tú y yo ya nos hemos matado antes.»

No hay comentarios:

Publicar un comentario